Uno de los lugares más soleados del planeta, el desierto Atacama en Chile, registra la radiación solar más alta del mundo, por lo que podría generar suficiente electricidad para toda Sudamérica.
Sin embargo, este desierto —que cubre más de 100.000 kilómetros cuadrados de la región norte de Chile— es remoto y se encuentra muy alejado de las principales ciudades. En noviembre, finalmente se concluyeron las obras de instalación de líneas de transmisión que conectan las enormes plantas de energía solar del desierto del norte con la región densamente poblada del sur del país, lo que hará posible bajar los precios y ofrecer un suministro de energía más confiable.
Si Chile conectara esos proyectos solares a la red eléctrica de Perú y a su vez Perú la ampliara hacia Brasil, Bolivia y Ecuador, millones de personas de América del Sur podrían beneficiarse de esta fuente de energía limpia.
La demanda de electricidad aumenta con gran rapidez en América Latina: la clase media, que compra más electrodomésticos, seguirá creciendo, además de que muchos países están adoptando industrias que consumen grandes cantidades de electricidad. Según algunas proyecciones, el consumo de electricidad aumentará más de un 70 por ciento para 2030.
Para cubrir esta demanda adicional, América Latina planea generar más energía a partir de combustibles fósiles, en especial el gas natural, y ampliar un poco el uso de energías renovables, del 64 por ciento de la matriz energética registrado en la actualidad al 70 por ciento en 2030. No obstante, si la región lograra aumentar las fuentes renovables al 80 por ciento de la matriz y ampliar las conexiones transfronterizas, los países de América Latina podrían ahorrar miles de millones de dólares en inversión, evitar los apagones y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, según muestran investigaciones recientes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).